Asambleas cristianas en Adviento (1)

Aqui tienes el guión de la asamblea, por si estás en tu casa y no puedes participar en la reunión de ningún grupo. Queremos que te sientas cerca de nosotros, aunque no lo estés físicamente. La misericordia del Señor traspasa paredes y acorta distancias.

Nos disponemos

Al inicio de este encuentro de oración invocamos al Espíritu Santo para que abra nuestro corazón a la Palabra. Rezamos juntos:

Ven, Espíritu Santo,
dispón nuestros oídos para la escucha de la Palabra,
ilumina nuestras mentes para que la comprendamos.
Empújanos para que despertemos del letargo,
haznos experimentar la cercanía de Cristo.
Fortalécenos para que podamos acoger y seguir
las enseñanzas del Evangelio.
Amén.

Proclamamos la Palabra: Mateo 24,37-44

37 Dijo Jesús a a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. 38 En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; 39 y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: 40 dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. 42 Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. 44 Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Leemos atentamente: ¿Qué dice el texto?

Tras un momento de silencio releemos atentamente el texto. Las pautas y las preguntas nos pueden ayudar a hacerlo.

Comenzando el año litúrgico

En el comienzo de un nuevo año litúrgico, las dos parábolas del evangelio de este primer domingo de Adviento nos invitan a velar y estar preparados para la llegada del Señor. Mientras preparamos la venida del Hijo del hombre, esas dos han de ser nuestras actitudes. Pero lejos de provocar miedo o angustia, estas parábolas deberían generar alegría. Porque, como dice el profeta Isaías, avanzamos hacia la luz del Señor, nos encaminamos no hacia un final destructivo, sino hacia un tiempo de salvación en el que hay paz y convivencia fraterna. Por eso mismo el salmista nos invita a estar alegres y alabar a Dios mientras peregrinamos a la casa del Señor, y san Pablo, a llevar un estilo de vida propio de los hijos de la luz.

El discurso escatológico

Comenzamos el Adviento leyendo dos parábolas del último de los cinco discursos que recorren el evangelio de Mateo (Mt 24-25). En ellas se hace hincapié en la venida del Hijo del hombre y en las actitudes con las que hay que preparar y esperar esa venida. A este discurso solemos llamarlo discurso escatológico, porque hace referencia a «las cosas últimas», que eso es lo que significa la palabra escatología.
Paradójicamente, abundan en el lenguaje de este discurso las imágenes de catástrofes y tribulaciones para expresar la llegada del juicio y la salvación que trae consigo. Mateo asumió básicamente el discurso de Marcos (Mc 13), pero lo reelaboró y lo amplió para señalar a su comunidad cristiana la actitud que debía adoptar mientras esperaba el retorno de Jesucristo y la llegada definitiva del Reino de los Cielos. Para él, lo más importante era el anuncio de la venida del Hijo del hombre. Notad que esta figura enigmática se menciona tres veces en el evangelio de este domingo.

¿Quién es el Hijo del hombre? Para encontrar pistas, leed Dn 7,13-14. ¿Con quién se identifica en este evangelio al Hijo del hombre?

Jesús, el Hijo del hombre

Según el Antiguo Testamento, el Hijo del hombre vendría a juzgar a la humanidad (Dn 7,13-14). Este personaje aparecería, al final de los tiempos, como un juez revestido con el poder y la gloria de Dios. No se conocía ni el momento ni el modo. Los primeros cristianos identificaron a Jesús con el Hijo del hombre, y esperaban su venida gloriosa. Pero la espera se prolongaba en el tiempo, el Reino no aparecía y Jesús no regresaba. Entonces surgen las dudas y las preguntas en la segunda generación cristiana, momento en que se ponen por escrito los evangelios. Leed el inicio de este discurso apocalíptico: Mt 24,1-3.

¿Cuál es la pregunta que los discípulos le hacen a Jesús?

Como en los días de Noé

Los discípulos se acercan a Jesús, que está sentado en posición de enseñar, y le preguntan cuándo y cómo sucederá el fin de los tiempos. Estas preguntas muestran la preocupación de la segunda generación cristiana, a la que pertenece la comunidad de Mateo (que vive entre los años 70 y 100). En esta comunidad se empiezan a comprobar signos de abandono, rutina y dejadez ante el retraso de la esperada llegada de Jesús en gloria. Además, en medio de Judea han ocurrido sucesos que muchos identificaban con los del fin de los tiempos, como son la guerra contra Roma y la destrucción de la ciudad de Jerusalén y del templo. Frente a estas inquietudes, Mateo ofrece las palabras de Jesús, que dice que lo más importante no es tanto el momento y el modo del final de los tiempos y de la llegada del Mesías, cuanto cómo deben esperar ese momento los discípulos. Para ello echa mano de dos parábolas. En la primera (Mt 24,37-42) se recuerda cómo Dios vino de forma inesperada en tiempos de Noé.

¿Conoces el relato de la historia de Noé? ¿Qué es lo que más subraya el evangelio de aquel acontecimiento? ¿Cómo se aplica a la venida de Cristo?

Jesús comienza hablando de Noé para poner la atención en el comportamiento de los que vivieron antes del diluvio y la actitud que reflejan sus obras. Seguían su ritmo de vida normal. No percibían la acción de Dios en la cotidianeidad de sus vidas. Nadie conocía ni preveía el diluvio y no se preparaban para este acontecimiento.
Ante la llegada de Cristo hay que esperar vigilantes. No se puede vivir despreocupadamente, como si nada fuese a ocurrir.

Como un ladrón

La segunda parábola (Mt 24,43-44) nos presenta al ladrón que llega en medio de la noche. Como en la primera parábola, la del ladrón insiste en la hora también desconocida. Una serie de datos empujan a tomar mayores medidas de atención: el ladrón actúa con nocturnidad, sin previo aviso y a la hora menos pensada.

¿Qué es lo que quiere resaltar Mateo así? ¿Tiene alguna relación con lo que acaba de decir sobre el día de Noé? ¿Qué exhortaciones se desprenden al final de estas dos parábolas?

Recurriendo al comportamiento de los contemporáneos de Noé y a la imagen del ladrón se subraya que no se sabe cuándo vendrá Jesús, el Hijo del hombre. Cada una de estas dos partes termina con una exhortación. Los discípulos de Jesús tienen que estar atentos y preparados siempre, precisamente porque no saben  cuándo sucederán estas cosas. Desde el punto de vista del evangelista, esto es lo más importante. En ambos casos se trata de una advertencia que sigue siendo actual para todos nosotros: ¡Velad! ¡Estad preparados!

Meditamos: ¿Qué me dice a mí (a nosotros) el texto?

Como aquellos primeros cristianos, también nosotros vivimos de esperanza ante la venida del Señor al final de los tiempos. Esto se subraya con fuerza durante el Adviento. Por eso el grito con el que la Iglesia nos despierta para que nos preparemos para la venida del Señor durante este tiempo es: «El Señor viene ¡Velad! ¡Estad preparados!»

El Señor viene como un ladrón en la noche: ¿Cómo entiendo y experimento su venida en mi vida cotidiana?

…nos invitaría a que reflexionáramos sobre las autoridades de hoy, sobre su forma de ejercer el liderazgo, de impartir justicia, de gobernar alejados de la corrupción, de buscar el bien común, de defender a los más pobres.

¿Cómo ejercen su poder las autoridades de hoy? ¿Cómo denunciamos las situaciones injustas? ¿Tiene algo que ver tu forma de entender el poder con el de Jesús en la cruz? «Velad, porque no sabéis qué día llegará vuestro Señor»: ¿Qué significa para ti vigilar y estar preparado para la venida de Jesús? ¿A qué cosas has de prestar atención para concretar estas actitudes en tu vida cotidiana? La venida del Hijo del hombre es imprevisible pero segura. ¿Te angustia pensar en la venida del Hijo del hombre? ¿Por qué? El final del mundo es el principio de un mundo nuevo. ¿Que estamos haciendo o qué tenemos que hacer los cristianos para que llegue ese «mundo nuevo» que Jesús quiere instaurar»?

Oramos: ¿Qué le decimos a Dios inspirados por este texto?

 

Jesús invita a sus discípulos a velar y a estar preparados. Una de las formas de llevarlo a cabo es mediante la oración. Por eso, vamos a orar pidiendo al Señor que avive nuestra esperanza y nos ayude a estar vigilantes y preparados.

Cada uno puede decirle al Señor unas palabras según el Evangelio le haya inspirado. Después todos juntos rezamos el salmo 120, en el que expresamos nuestra confianza en Dios, que disipa nuestro miedos:

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Nos comprometemos: ¿Qué me pide (nos pide) Dios que haga (hagamos)?

Una de las costumbres de los cristianos para significar nuestra espera y nuestra vigilancia en este tiempo de Adviento es poner la corona de Adviento. Comprometámonos a poner la corona en algún lugar visible de la casa y, cada día a una hora determinada, encenderemos la vela o velas (según la semana) y dedicarmeos un momentito a hacer oración con las velas encendidas. Así no nos dejaremos ningún día del adviento a hacer nuestra oración.

Dulce Jesús mío, mi niño adorado (bis).
Ven a nuestras almas, niñito, ven no tardes tanto (bis).

Del seno del Padre, bajaste humanado (bis).
Deja ya el materno, niñito, porque te veamos (bis).

De montes y valles, ven, ¡oh deseado! (bis).
Rompe ya los cielos, niñito, brota flor del campo (bis).

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1 comentario en «Asambleas cristianas en Adviento (1)»

  1. Vijilantes encendemos la corona del ADVIENTO.
    En los cirios ofrecemos cuatro etapas de un encuentro.
    Nos evoca ya el primero el Antiguo Testamento,
    Los profetas ,voz del verbo,lo anunciaron desde lejos.

    Estamos espectantes con la lampara encendida esperando la llegada y preparando nuestro corazon.TE ESPERAMOS SEÑOR.

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