En el sacramento del Matrimonio, la Iglesia confiesa y celebra la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia en el amor de los esposos. Expresa, a la vez, que el amor lo recibimos de Dios en el otro; así, el otro se convierte, en su diversidad y libertad, en un don de Dios para mí. Esto se significa en el momento del consentimiento de los novios y en el momento de recibir la bendición de Dios. En concreto, el sacramento del Matrimonio es un don de Dios, el don de ser con el otro uno solo en el amor recibido y dado, sin dejar de ser el que cada uno es.
El don de Dios queda sellado en la comunión de vida, que crea el amor libremente prometido y profesado entre el esposo y la esposa, en el cual Dios se implica para que tenga éxito, dé fruto y sea signo e instrumento de su amor manifestado plenamente en su Hijo Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Ciertamente, el amor de Dios da fuerzas y hace crecer el amor de los esposos, con la esperanza cierta que nada ni nadie puede separarlos del amor de Dios derramado en sus corazones y una vez para siempre en Jesucristo y en el Espíritu.
El amor esponsal de Jesús por su Esposa, la Iglesia, es fundamento visible y ejemplo del amor esponsal entre marido y mujer cristianos. Jesús resucitado es el esposo que sale a recibir a la humanidad para que sea su esposa en la Iglesia. Ahora y aquí, la Iglesia confiesa y celebra que “el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia, por medio del sacramento del Matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos”.
Cómo se celebra el Sacramento del Matrimonio
Se puede celebrar sea dentro de la celebración de la Eucaristía, sea fuera de la celebración eucarística.
La celebración se inicia con una bienvenida y una oración colecta, como es costumbre en todas las celebraciones litúrgicas. A continuación tiene lugar la Liturgia de la Palabra. Finalizada la homilía, tiene lugar el Rito propio del Matrimonio. Se inicia con un interrogatorio por parte del ministro ordenado a los novios y sigue con el consentimiento, empezando primero el novio y siguiendo después la novia. Una vez pronunciado el consentimiento, tiene lugar la bendición y entrega de los anillos.
A continuación, se dice la oración de los fieles. Si hay Eucaristía, sigue la Liturgia de la Eucaristía hasta el embolismo del Padrenuestro. Si no hay Eucaristía, tiene lugar la bendición nupcial, que en el caso de que haya misa se hace justo después del embolismo del Padrenuestro.
Acabada la bendición nupcial, si hay misa sigue como de costumbre y si no hay se reza el Padrenuestro, seguido de la bendición final.
Acabada la celebración, tiene lugar la firma por parte de los novios, testigos y ministro ordenado.
Cosas a tener en cuenta
El ministro del sacramento del Matrimonio, a diferencia de los demás sacramentos, son los propios novios. El ministro ordenado actúa como testigo cualificado.
Se tiene que mirar que sea una verdadera celebración litúrgica y no una mera celebración social. Por esto hay que velar para que haya una adecuada ornamentación y unos cantos adecuados, así como dar el relieve adecuado a la Palabra de Dios respecto a otros posibles escritos no bíblicos, del modo que se vea bien claro que celebramos un sacramento y no solamente una fiesta social.