Emaús. Corpus Christi (C)

Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.

Escucha la Palabra

Primera lectura (Génesis 14,18-20)

Melquisedec, figura misteriosa, aparece como rey de paz y sacerdote de Dios Altísimo. Estaba especializado en hacer ofrendas de pan y vino. El pan es fortaleza, el vino es alegría. Se distinguía por su saber bendecir. Nada le gustaba tanto como bendecir y compartir. Compartía el pan, el vino y la amistad. ¿Verdad que Melquisedec se parecía a Jesucristo?

EN aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y le bendijo diciendo:  «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos».
Y Abrán le dio el diezmo de todo.

Salmo responsorial (Salmo 109)

TÚ ERES SACERDOTE ETERNO,
SEGÚN EL RITO DE MELQUISEDEC.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

Segunda lectura (1 Corintios 11,23-26)

Pablo es testigo. Mira primero atrás, a la fuente, que es Jesucristo. Una tarde el Señor quiso significar su vida toda y su muerte en el pan partido y en el vino ofrecido. Un sacramento de muerte y de vida, un sacramento de amor. Cuando nos acercamos a él, nos unimos a su muerte y a su resurrección, y nos llenamos de amor. El apóstol mira también al futuro. El banquete eucarístico es un anticipo del banquete del Reino. En la reunión eucarística podemos experimentar la presencia de Cristo resucitado, que anticipa su Parusía.

HERMANOS: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio (Lucas 9,11b-17)

Jesús multiplicó los panes y los peces para alimentar a las personas que le seguían. Escuchando a Jesús se olvidaban de la comida.
El pan bendecido y multiplicado es un signo. El pan es vida. El pan multiplicado es vida para todos. El pan bendecido y multiplicado por Cristo anuncia que Cristo mismo será el verdadero pan de vida, deseoso de partirse y entregarse para que todos vivan.

EN aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos: «Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

Vive la Palabra

La eucaristía, celebración y compromiso

En esta fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor se acentúa la idea del pan compartido que nos da la vida y refuerza la fraternidad y la solidaridad entre los cristianos. A su vez, se nos interpela sobre el hambre y la miseria que viven muchos hermanos nuestros por el egoísmo y acaparamiento de unos cuantos.
En esta perspectiva deberíamos preguntarnos hoy lo que significa para nosotros la celebración de la Eucaristía. Ella no es sólo el momento de una vivencia religiosa; es ante todo una convivencia en el recuerdo vivo del mismo Señor, que vivió y sigue viviendo dentro de la comunidad reunida, que proclama el misterio salvador de su muerte y resurrección.
La celebración de la Eucaristía está destinada a provocar el compromiso entre los cristianos. La persona de Jesús, sus palabras y acciones, comprometen a un verdadero cristiano a un estilo de vida diferente, y de modo particular, la participación y la comunión con el cuerpo del Señor, debe estar orientada a ir construyendo la comunión de los creyentes como verdadero cuerpo místico de Jesús; cuerpo en el que se haga realidad la unidad en la diversidad por los dones y carismas.
San Pablo habla de una celebración indigna refiriéndose a la comunidad de los Corintios donde algunos cristianos fomentaron la división y la discriminación por la opulencia y el despilfarro en la celebración de la Eucaristía. Hoy podemos entender como indignas aquellas celebraciones formalistas, frías, sin preparación y por salir del paso, alas que los fieles asisten por rutina o por «obligación», y que no llegan a comprometer a nada. Por eso, la falta de compromiso en nuestras celebraciones, hace que las mismas celebraciones sean, más que signos, contrasignos. Al terminar la celebración de la Eucaristía los cristianos nos dispersamos demasiado tranquilos sin un verdadero compromiso o preocupación por lo que hay que hacer, por lo que hay que proyectar para ir cambiando la realidad de injusticia, miseria y hambre en la que viven muchos cristianos.
La celebración de la Eucaristía hoy, día del Corpus Christi, no pide tanto una manifestación externa pública pomposa y solemne de nuestra fe, cuanto una celebración de los creyentes de cara a un mayor compromiso; más que «ostentar» al Señor en el ostensorio de una custodia maravillosa, manifestar al Señor en nuestras personas y comunidades, en la solidaridad efectiva a través del repartir y el compartir para que todos podamos vivir en dignidad.

Ora con la comunidad

Señor Jesús,
que en este sacramento nos dejaste el recuerdo de tu pasión;
te pedimos nos concedas que,
al comulgar tu cuerpo y tu sangre,
nos unamos de verdad a ti y a nuestros hermanos.
Tú que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo
y eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

El rincón de Cáritas

Cáritas en el día de la Caridad

«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10,7-8).
La campaña de Cáritas Ama y vive la justicia nos invita a salir al encuentro de los demás, a dar gratis nuestra propia vida, a dejarnos tocar y desgastar. En el día de Caridad y en todo momento, estamos llamados a dejar huellas de justicia y de fraternidad, de amor que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento humano.
Con esta campaña, queremos practicar un estilo de vida que nos lleve a ser agentes de transformación de nuestra sociedad, en los barrios, en todos los ámbitos, personales, laborales, familiares, y en todos los espacios donde convivimos con otros, así como a cuidar de nuestro planeta, nuestra casa común.
Si somos capaces de lograr un equilibrio entre nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar, lograremos mejorar nuestro entorno haciendo posible que nuestra huella sea sostenible y solidaria, capaz de transformar la realidad.

La propuesta de Cáritas

1Para un momento y reflexiona sobre el tipo de huellas que has dejado durante todo el año a tu paso: en la familia, con los amigos, en el trabajo, en tu tiempo libre. ¿Son huellas que construyen solidaridad, sociedad, respeto, sostenibilidad, paz?

2Participa y sé solidario en iniciativas de tu entorno, de tu pueblo o ciudad.
Trabajar por el bien común es responsabilidad de todos para lograr una sociedad en armonía.

3Deja huellas de justicia a tu paso:
Huella de denuncia social.
Huella de consumo responsable y colaborativo.
Huella sostenible y responsable con el medio ambiente.
Huella de paz y no violencia.
Huella de integración de lo diferente.
Huella de defensa de los derechos.

Cáritas es la confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la Iglesia católica en España, integrada a su vez en una red internacional de Cáritas de 198 países.
Su principal objetivo es dar respuesta a las realidades de pobreza y exclusión social a través de la denuncia social, la sensibilización y la lucha contra la pobreza, favoreciendo el desarrollo integral de todas las personas.
Gracias al compromiso gratuito de más de 78.000 voluntarios, las acciones de Cáritas son un signo de esperanza y transformación para construir una sociedad más justa.
Cáritas Diocesana de Jaén ha entrado a formar parte de un proyecto a nivel nacional de reciclaje de ropa. Si tienes ropa usada, puede entregarla en cualquiera de las tres parroquias de Bailén en las horas en las que están abiertas. O también en Cualquiera de la tres Cáritas parroquiales.
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