Emaús. Santísima Trinidad (C)

Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.

Escucha la Palabra

Primera lectura (Proverbios 8,22-31)

Dios nunca se aburre, está siempre activo y entretenido. Su trabajo es como un juego compartido, porque su ser y su hacer es un amor compartido. La Sabiduría de Dios está con Dios, el Hijo siempre con el Padre. Y el Espíritu es la comunicación, la unión, la creatividad, el juego, la alegría, el Amor.

ESTO dice la Sabiduría de Dios: «El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada,  antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Aún no estaban aplomados los montes,  antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,  ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;  cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; cuando ponía un límite al mar,  cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres».

Salmo responsorial (Salmo 8)

SEÑOR, DIOS NUESTRO,
¡QUÉ ADMIRABLE ES TU NOMBRE EN TODA LA TIERRA!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él;
el ser humano, para mirar por él?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Segunda lectura (Romanos 5,1-5)

La exhortación de Pablo es enmarcada en un cuadro trinitario. Estamos en la gracia de Dios —Padre— por medio de nuestro Señor Jesucristo. Sufrimos con paciencia y con gozo porque esperamos la gloria de los hijos de Dios. Esta esperanza y este gozo se deben a la efusión del Espíritu Santo en nuestros corazones, Espíritu que es un amor que todo lo puede.

HERMANOS: Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Evangelio (Juan 16,12-15)

Jesús apunta a sus discípulos el misterio de la Trinidad. Les promete el Espíritu de la verdad. Lo necesitamos, porque son muchas las mentiras, los errores, las dudas. Y porque hay misterios que no podemos comprender. El Espíritu lo recibe todo del Hijo, y el Hijo lo recibe todo del Padre, incluso la capacidad de comunicar el Espíritu.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Vive la Palabra

Marcados trinitariamente

La Trinidad no es sólo para creerla, sino para practicarla y para vivirla. Si estamos hechos a imagen y semejanza de la Trinidad, no se refiere a lo físico o a cualidades más o menos buenas, más o menos brillantes; no porque tengamos conciencia de lo bueno y de lo malo, porque seamos libres para lo bueno y para lo malo, porque tengamos afán de superación y capacidad creativa. Todo esto es un conjunto de valores que colocan al hombre en el centro de la creación.
Pero la imagen divina con la que estamos marcados es más honda, llega al núcleo de nuestro ser y nuestra personalidad, se enraíza en nuestra rica constitución. Podemos llamarla dinamismo de relación, de acogida, de comunión y de entrega, porque Dios es amor.
El hombre está hecho de manera que tiende con toda fuerza a vivir en relación. El hombre que se encierra en sí mismo, autista, es una caricatura de persona. El hombre será más humano y más persona en la medida que se abre, se comunica, dialoga, comparte, ama. El hombre no se crea a sí mismo y se realiza para sí mismo. Depende de tantas personas y circunstancias amorosas, que se perfecciona cuando vive para los demás.
Este es un proceso largo, penoso, difícil. Tenemos también otras tendencias que bloquean este dinamismo. Nuestro camino ha de ser liberador, superando tendencias y pasiones que te «curvan» (dice san Agustín), te atan, te destruyen; y conquistando etapas y metas marcadas por la belleza, la dignidad, el servicio, la comunicación.
Entonces, practicar la Trinidad es multiplicar las acciones que forjan comunidad. Vivir la Trinidad es sentir e irradiar todas las virtualidades del amor.
Entonces, las imágenes más parecidas de la Trinidad son aquellas en las que brillan los valores divinos, como la amistad, la familia, el grupo, la asociación, la comunidad. Esto exige que las personas alcancen un grado notable de libertad y dignidad, que respeten y estimen al otro, sea quien sea y de la condición que sea, que aprendan a dialogar, a compartir y servir.
Entonces, cuantos trabajan por la liberación de los hombres y los pueblos, cuantos se esfuerzan por dar a todos la palabra, cuantos luchan por la igualdad y la solidaridad, son imágenes trinitarias e instrumentos en manos de la Santísima Trinidad.

  • La Trinidad es relación; y nosotros, su reflejo, también. ¿Cuánto de autismo, de egoísmo te queda por desterrar de tu vida.
  • Repasa los últimos días. ¿Qué imágenes trinitarias (de comunión, amistad, dialogo y compartir) has descubierto en las personas con las que convives?

Ora con la comunidad

Dios, Padre misericordioso,
que has enviado al mundo a la Palabra de la verdad
y al Espíritu de la santificación
para mostrarnos a los hombres tu admirable misterio;
concédenos conocerte y amarte de corazón,
para que podamos tener tu misma vida.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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