Emaús. Domingo XV del Tiempo Ordinario (C)

Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.

Escucha la Palabra

Primera lectura (Deuteronomio 30,10-14)

Hay una buena nueva para el pueblo en el destierro. Se presenta mostrando que el precepto no supera las fuerzas, ni está fuera del alcance humano, aunque el pueblo esté en el exilio. No está en el cielo, ni más allá de los mares. La Palabra de Dios ya ha sido pronunciada y se encuentra en nuestra boca y en nuestro corazón. Si nos llenamos de su palabra, se realizará su voluntad en nosotros. Tener cerca la Palabra es amar a nuestro prójimo.

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:  «Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir:
“¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».

Salmo responsorial (Salmo 68)

HUMILDES, BUSCAD AL SEÑOR,
Y REVIVIRÁ VUESTRO CORAZÓN.

Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Segunda lectura (Colosenses 1,15-20)

Este himno de Colosenses presenta en toda su profundidad la primacía de Cristo, como hijo de Dios y como principio de toda la nueva humanidad que renace en él. Conecta la acción salvadora de Cristo con la obra de la creación, unidas a un mismo tronco, con las raíces profundas de la fe.

CRISTO Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones,  Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Evangelio (Lucas 10,25-37)

La conocida parábola del Buen Samaritano, exclusiva del evangelio de Lucas,  es todo menos un juego de palabras bonitas, es algo más que una pieza literaria de la antigüedad. Es una constante interpelación para los cristianos de hoy, llamados a la misericordia y a la preocupación por los hombres por encima de cualquier otra práctica espiritual o de piedad.

EN aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo: «El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

Vive la Palabra

Una buena persona

Hay que reconocer que ese samaritano era una buena persona, no como otros, porque todos sabemos cómo en general eran los samaritanos, que son mala gente, descreídos, ateos e irreverentes.. (así pensaban de ellos).
Yo creo que el pobre apaleado y robado se hacía el muerto por miedo a que viniera otro y lo acabara de rematar. Claro que eso sí que le salió mal al principio, porque el sacerdote y el levita tuvieron miedo de quedar impuros al tocar un cadáver. ¡Con lo engorrosas que eran las purificaciones! Y total, si estaba muerto ya no se podía hacer nada por él. Y es que, si hay que ir se va, pero ir para nada es tontería.
Al samaritano, como estaba fuera de la Ley, le daba igual estar puro que no. ¡Cualquiera sabe por qué se acercó! Pero valiente sí fue. Mira que si era una trampa… Con tanto terrorismo y tanta maldad como hay, es mejor no fiarse de nadie. Uno no tiene la culpa de que el mundo esté como está y si por hacer un bien te la van a dar, menudo negocio. Además la gente es muy desagradecida. El samaritano no midió bien las consecuencias. Y encima le pagó la posada al herido. ¿Le devolvería el otro el dinero?
Lo que no sabemos muy bien es si Jesús está hablando por hablar, contado una historia inventada, o está hablando de sí mismo. A él lo trataron de samaritano y eso que los samaritanos tampoco lo habían recibido como Rey. Él sí que se expuso y se metió en la trampa del mundo y en vez de agradecérselo le buscaron las vueltas y lo mataron. Y sin embargo sigue ocupándose de nosotros; sigue prestando al posadero de la posada, que es la Iglesia, las dos monedas, que son su Palabra y sus Sacramentos, para que nos cuide hasta su vuelta. Y nosotros en vez de agradecérselo nos seguimos quejando de lo mal acondicionada que está la posada…

Ora con la comunidad

Señor Jesús,
tú que has sido siempre para nosotros buen samaritano,
danos entrañas de misericordia y corazón generoso,
para que nos acerquemos a todos los que sufren
sabiendo que te servimos a ti
cuando servimos a los hermanos.
Tú vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo
y eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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