Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.
Escucha la Palabra
Primera lectura (Eclesiástico 24,9-12.19-22)
Un himno antiguo a la Sabiduría divina, que la tradición cristiana aplicó muchas veces a la Madre de Jesús. Ella es la madre del amor puro, de temor, de la sabiduría y de la santa esperanza.
Yo soy la madre del amor puro, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis, y saciaos de mis frutos; mi nombre es más dulce que la miel, y mi herencia, mejor que los panales. El que me come tendrá más hambre, el que me bebe tendrá más sed; el que me escucha no fracasará, el que me pone en práctica no pecará; el que me honra poseerá la vida eterna.
Salmo responsorial (Lucas 1,46-55)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Segunda lectura (Romanos 12,9-16b)
Una llamada de Pablo a vivir la fe en la relación cotidiana con los hermanos. No se trata de hacer heroísmos puntuales, sino de cuidar los detalles de cada día.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Evangelio (Juan 2,1-11)
Llega la boda de Cristo con la iglesia, de Dios con la humanidad. Una boda de amor eterno, de compromiso indisoluble. Y María nos da la pauta para que este matrimonio se realice y se recree cada día: «Haced lo que el os diga».
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.»
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.»
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Vive la Palabra
Renovación del voto
Sepan todos los presentes estantes en esta villa de Bailén y los que adelante irán sucediendo hasta el fin del mundo, cómo, hallándose esta dicha villa y sus vecinos afligidos del contagio de peste que Dios Nuestro Señor ha servido enviarnos en este año del nacimiento del Señor de mil seiscientos ochenta y uno, por lo mucho que a su Majestad tenemos ofendido a la divina justicia por nuestros pecados y que debemos temer otros mayores castigos; y siendo estas tribulaciones el único remedio que las Sagradas Escrituras y santos padres nos enseñan clamar a Dios Nuestro Señor e implorar su divina clemencia con fe viva y esperanza de que, con la enmienda, convierta sus iras y enojos, a que han dado causa nuestras culpas, en piedad y misericordia y que la oración y preces públicas nacidas de corazón humillado y contrito quitan a su Majestad el azote de la mano.
Por lo cual, esta dicha villa, considerando los grandes y continuos favores que por la intercesión de la Reina de los Angeles y Señora Nuestra María Santísima, reciben los fieles que devotamente la solicitan, propusieron de celebrarle para siempre jamás por día de fiesta el día cinco de Agosto de cada año de los venideros y ayunar su víspera que es el día en el cual la cofradía hace fiesta a la Señora de los temporales, amparo y protectora de esta villa, a la Santísima imagen de Nuestra Señora de Zocueca, haciendo para ello así los eclesiásticos como el cabildo y las demás personas particulares voto solemne.
Todos, de pie, recitan el voto:
Ora con la comunidad
Padre Dios, que por medio de tu Hijo único
otorgas la paz a los hombres;
por intercesión de la Virgen María,
que nosotros veneramos bajo el nombre de Zocueca,
concede a nuestro pueblo de Bailén
la tranquilidad deseada,
para que formemos una sola familia en la paz
y permanezcamos unidos en el amor fraterno.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.