Asambleas cristianas en Adviento (4)

Aqui tienes el guión de la asamblea, por si estás en tu casa y no puedes participar en la reunión de ningún grupo. Queremos que te sientas cerca de nosotros, aunque no lo estés físicamente. La misericordia del Señor traspasa paredes y acorta distancias.

Nos disponemos

Al inicio de este encuentro de oración invocamos al Espíritu Santo para que abra nuestro corazón a la Palabra. Rezamos juntos:

Ven, Espíritu Santo,
dispón nuestros oídos para la escucha de la Palabra,
ilumina nuestras mentes para que la comprendamos.
Empújanos para que despertemos del letargo,
haznos experimentar la cercanía de Cristo.
Fortalécenos para que podamos acoger y seguir
las enseñanzas del Evangelio.
Amén.

Proclamamos la Palabra: Mateo 1,18-24

18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. 20 Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: 23 «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». 24 Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
25 Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.

Leemos atentamente: ¿Qué dice el texto?

Tras un momento de silencio releemos atentamente el texto. Las pautas y las preguntas nos pueden ayudar a hacerlo.

Una figura central que no aparece

Este pasaje del evangelio forma parte del relato de la infancia de Jesús. Sólo Mateo y Lucas tienen un evangelio de la infancia, y en ambos casos se trata de relatos compuestos mucho tiempo después de la muerte de Jesús. En ellos se mezclan los recuerdos históricos sobre los primeros años de su vida, su lugar de nacimiento, sus padres…, con la fe que su resurrección había despertado en sus seguidores. Debemos leerlos, por tanto, buscando en ellos principalmente la confesión de fe de aquellos primeros discípulos.

¿Cuál es el personaje central del fragmento del evangelio que hemos proclamado?

Preparad el camino del Señor

Según Mateo, tanto Juan como Jesús y los apóstoles anuncian la llegada del Reinado de Dios con las mismas palabras. Pero el Reinado de Dios anunciado por el Bautista es diferente al de Jesús y los apóstoles, como muestran los diferentes bautismos que llevan a cabo. En una primera parte (Mt 3,1-6) el evangelista resume el mensaje y describe su misión, que tienen un marcado tinte escatológico, es decir, referente al tiempo final y definitivo. Juan aparece, con su predicación penitencial, como el profeta de un juicio definitivo e inminente.

¿Con qué dos lugares aparece asociado Juan Bautista? ¿Qué actitud exige la llegada del Reinado de Dios? ¿Cómo se interpreta toda la actividad de Juan a la luz de la cita de Isaías?

Una anunciación al estilo de las del Antiguo Testamento

El personaje central de este evangelio, aunque no interviene directamente, es Jesús. Su nombre inicia y concluye todo el relato: «la generación de Jesucristo fue de esta manera» y «le puso por nombre Jesús». Su concepción y nacimiento se narran siguiendo un esquema literario típico del Antiguo Testamento (Jue 13) y repetido en otros lugares del Nuevo Testamento (Lc 1,5-25). Se utilizaba para anunciar el nacimiento de un personaje famoso (Sansón, Juan Bautista). Estamos, pues, ante un relato de anunciación en el que descubrirnos un anuncio rodeado de signos divinos, como son la presencia del ángel, los sueños como momento de revelación y la encarnación virginal; estos signos provocan temor y confusión en José; el ángel anuncia el nombre y la misión del niño: Jesús salvará al pueblo de los pecados. Y al final le da un signo que confirma lo dicho: el cumplimiento del oráculo profético sobre el Emmanuel.

¿Cuál es el personaje que más veces se nombra en este relato?

La figura de José

Después de Jesús, quien llena todo el relato es José: cinco veces aparece su nombre. Además, vemos que no se presenta como un personaje inactivo, sino que piensa y reflexiona para tomar una decisión ante unos hechos que le desconciertan. Pero además es descrito con un calificativo: «era justo». Es importante tener en cuenta que en el mundo judío el nombre de «justo» se aplicaba de las personas que observaban fielmente la ley de Moisés. Por esa razón, si José hubiese sido justo en este sentido habría denunciado a María. De haberlo hecho públicamente, ella habría sido juzgada como adúltera (Dt 22,23-27) y probablemente apedreada. En ese momento aparecen una serie de elementos maravillosos —el ángel, el sueño, la comunicación divina— que empujan a José a cambiar de opinión. De este modo, muy coherente con el mundo bíblico, se afirma de nuevo que el nacimiento de Jesús fue obra de Dios. A partir de ese momento José se muestra justo en otro sentido: como dice el libro de la Sabiduría, es compasivo (Sab 12,19), actúa de acuerdo a la voluntad de Dios y así salva a María y al niño que espera.

¿Cómo obra a partir de ese momento José?

José, «hijo de David»

José, que es llamado por el ángel «hijo de David», impone el nombre al niño y, de este modo, lo acepta como hijo propio. El evangelista Mateo insiste en este detalle porque en la antigüedad un niño no pasaba a formar parte de la descendencia paterna hasta que había sido reconocido por su padre o adoptado. José es el que garantiza la conexión con todas las promesas y tradiciones mesiánicas del Antiguo Testamento: Jesús no sólo es Hijo de Dios gracias a la acción del Espíritu, sino que entra en la descendencia de Abrahán y de David (Mt 1,1.16) gracias a la actitud obediente de José, que lo acepta en su familia.

Según el nombre que se ha de poner al niño, ¿cuál va a ser la misión de Jesús? ¿Cómo complementa estas afirmaciones la cita de Isaías.

Jesús, «salvador» y Enmanuel

Este niño, que es el Mesías, se llamará Jesús y su misión será salvar al pueblo de los pecados. La cita de cumplimiento de Isaías pone de relieve la identidad de Jesús y muestra cómo en él se realizan las profecías del Antiguo Testamento. El plan de salvación de Dios anunciado desde antiguo se ha cumplido en este niño. Y el apelativo Emmanuel que se le da, que significa «Dios con nosotros», describe cómo este niño va a hacer realidad la anhelada presencia del Señor en medio de su pueblo para salvarlo. Así pues, recapitulando, todos los títulos aplicados a Jesús que se concentran en este breve relato son una verdadera confesión de fe: es el Mesías, viene del Espíritu Santo, salvará a su pueblo de los pecados, es Emmanuel, Dios con nosotros. La lectura de este pasaje en la liturgia anuncia la cercanía de la Navidad. Nos recuerda quién es Jesús y cuál será su misión, pero además nos ofrece un modelo de cómo debemos acoger su venida entre nosotros, aunque nos resulte, como a José, difícil de comprender.

Meditamos: ¿Qué me dice a mí (a nosotros) el texto?

Las palabras del Bautista cobran actualidad en Adviento: «arrepentíos», «preparad el camino». De nuevo resuenan hoy con fuerza y nos invitan a convertirnos, a cambiar de mentalidad, a redescubrir nuestra condición de bautizados.

«Jesús» y «Emmanuel» son los nombres de este niño: ¿Qué dicen de Dios y de su enviado? ¿Es así el Dios que experimentas en tu vida? José no comprende fácilmente, pero experimenta la presencia de Dios: ¿Sabes reconocer a Dios en tu vida cuando cambia tus planes? A la luz de los nombres de Jesús que nos recuerdan que Dios «salva» y «está con nosotros», ¿cómo está siendo nuestro compromiso de amor con nuestro mundo? Hoy nos podemos mirar en el «justo» José: ¿Qué te llama la atención en su comportamiento? ¿Cómo puede iluminar tu tarea y tu actuación en el mundo y en la iglesia? El Dios que revela Jesús con su venida llega cargado de ternura, cercanía, salvación…: ¿Qué motivos de esperanza hace nacer este Dios en este momento concreto de tu vida?

Oramos: ¿Qué le decimos a Dios inspirados por este texto?

El Señor nos invita hoy a renovar nuestro compromiso y nuestra esperanza, para lo que no hay mejor inicio que implorar en la oración su venida ya cercana. Y pedirle que nos ayude a descubrir su cercanía y a hacernos cercanos unos de otros.

Cada uno puede decirle al Señor unas palabras según el Evangelio le haya inspirado. Después todos juntos rezamos el salmo 23, que es el que recitábamos en la liturgia del domingo IV de adviento.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Ésta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob.

Podemos rezar, para acabar, el avemaría, ahora que María, al final del adviento pasa a primer plano, porque es la Madre que espera el nacimiento de su Hijo y nos enseña a nosotros a esperarlo.

Nos comprometemos: ¿Qué me pide (nos pide) Dios que haga (hagamos)?

El evangelio nos habla de la cercanía de Dios. Tendríamos que hacer esta semana algún compromiso grupal que nos empuje a ser cercarnos a alguna persona o a algunas personas que necesiten de nosotros. Pensamos cuál sera ese compromiso.

Madre, en la puerta hay un niño
más hermoso que el sol bello.
Parece que tiene frío,
porque viene medio en cueros.
Pues dile que entre, se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad,
porque en esta tierra,
ya no hay caridad.

Entró el Niño y se sentó.
Mientras que se calentaba,
le preguntó la patrona
¿de qué tierra y de qué patria?
Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también.
Yo bajé a la tierra para padecer.
Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también.
Yo bajé a la tierra para padecer

Hazle la cama a este Niño,
en la alcoba y con primor.
No me la haga usted, señora,
que mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo desde que nací,
y hasta que me muera ha de ser así.
Mi cama es el suelo desde que nací,
y hasta que me muera ha de ser así.

Haz clic en la imagen para descargarte el documento de la asamblea de esta semana. Entrégalo después en la parroquia con tus aportaciones o con las aportaciones del grupo. Gracias.

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