Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.
Escucha la Palabra
Primera lectura (Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43)
Pedro da un solemne testimonio de la resurrección de Jesucristo ante la familia de Cornelio. No es la constatación de un hecho, sin más; es la buena noticia de la salvación. Creer en él es empezar una vida nueva, en la que ya no hay condena, sino perdón; en la que todo es gracia.
Salmo responsorial (Salmo 117)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Segunda lectura (Colosenses 3,1-4)
Creer en Cristo es entrar en una dinámica de muerte y resurrección. En cada bautismo y en cada eucaristía nos asociamos a la muerte de Cristo y participamos de su vida resucitada. Pero no basta la celebración sacramental, en nuestra vida toda tenemos que seguir muriendo con Cristo y resucitando con él; rechazando lo de abajo y aspirando a lo de arriba; escondiéndonos en Cristo y dando testimonio de él.
Evangelio (Juan 20,1-9)
Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Vive la Palabra
Ver a Cristo
El relato de la resurrección comienza en el Evangelio según san Juan con el descubrimiento del sepulcro vacío. Es María Magdalena la que ve la piedra quitada y quien llama a los Apóstoles. A continuación son Pedro y Juan quienes constatan que el sepulcro está vacío, pero las vendas y el sudario dan testimonio de que el cuerpo no ha sido robado. Sin embargo hace falta la fe para entender lo que ha sucedido. Juan dice que María Magdalena fue al sepulcro, pero no dice para qué, ni si va sola o acompañada. Estaba oscuro, iba amanecer ya. Se acababa la oscuridad del corazón y le llegaba la luz de la vida. Vio la piedra quitada y sin investigar más se fue corriendo a avisar a los apóstoles. Busca a Pedro y al discípulo amado. No hacen falta más. Basta con dos testigos. Se dan los dos nombres de uno Simón, el que escucha y Pedro, la piedra. Es una doble descripción. El Apóstol es quien escucha a Jesús, el que es discípulo, pero su tarea será ser piedra donde se apoye la Iglesia. El otro es llamado Discípulo y Amado por Jesús. No sabemos quien era. La tradición lo ha identificado con Juan Zebedeo y con el autor del Evangelio. Se han juntado tres personajes en uno solo. Llama la atención que María hable en plural y que sepa que el sepulcro está vacío y, por último que piense que han robado el cuerpo del señor. Los dos discípulos corren, pero el amado corre más. Sin embargo aunque mira, no entra por respeto a Pedro. El autor del evangelio le da siempre la primacía a Pedro. Las vendas han sido abandonadas y el sudario cuidadosamente recogido. No es eso lo que habría hecho quien robara el cuerpo. El Amado ve lo mismo que han visto la Magdalena y Pedro pero él da un paso adelante y cree. ¿Qué cree? Que Jesús esta vivo. Creer aquí no es opinar, es descubrir, penetrar hasta el fondo de la realidad. El salto a la fe viene posibilitado y ayudado por el conocimiento de la Sagrada Escritura. No ha habido aparición. El descubrimiento del sepulcro vacío ha hecho surgir las preguntas pero ha sido la Sagrada Escritura la que los ha abierto a la fe. Tenemos ahí un camino que hemos de recorrer también nosotros para llegar al encuentro con el Resucitado.
Ora con la comunidad
Oh Dios, que en este día,
vencida la muerte,
nos has abierto las puertas de la eternidad
por medio de tu Unigénito,
concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del señor,
que, renovados por tu Espíritu,
Resucitemos a la luz de la vida.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.