En la tarde de ayer, un gran número de feligreses de las tres comunidades parroquiales de Bailén, pudimos disfrutar de unas horas de convivencia con los seminaristas de nuestro Seminario Diocesano de Jaén.
A las 18:00 horas los acogíamos en nuestra Parroquia de la Encarnación y desde el primer momento pudimos percibir la alegría que ellos experimentan, por sentirse llamados por el Señor a esta vocación tan especial. Tras la acogida, pasamos al salón parroquial, donde se presentaron brevemente tanto el Vicerrector como cada uno de los doce seminaristas. A continuación uno de ellos nos dio una pequeña catequesis vocacional desde el Sí de María; otro de ellos compartió con nosotros más ampliamente su experiencia personal de esta llamada que Dios le hizo; por último, pudimos también conocer más de cerca la historia vocacional de nuestra querida hermana sor Isabel, de las Hijas de la Caridad.
Pero esta velada nos ofrecería después muchos momentos intensos y bellos. Desde el salón parroquial hicimos una pequeña marcha siguiendo a la Cruz de la Misión, que portaban varios jóvenes, hasta entrar todos juntos en la Parroquia de la Encarnación. A las 19:30 horas nos unimos en la celebración de la eucaristía, pidiendo especialmente por la vocaciones sacerdotales y al finalizar la misma, los seminaristas nos ofrecieron una rato de oración por las vocaciones ante el Santísimo Sacramento. En esta oración, todos juntos nos unimos al HÁGASE de la Virgen María, para pedir al Señor que también contara con todos nosotros, en nuestra día a día, para ese «sí» que el Señor nos va pidiendo individualmente. Para ello, pusimos una pequeña vela ante el Santísimo, con la que le pedíamos a Cristo la luz que necesitamos para cumplir cada uno con la vocación a la que nos llama.
Al finalizar, compartimos en los salones parroquiales un ágape fraterno, preparado por numerosos feligreses participantes en este encuentro. Ahí pudimos acercarnos y conocer más de cerca a este variado grupo de jóvenes que están dando su «sí» al Señor y vivimos finalmente otro momento precioso compartiendo y disfrutando todos juntos.
No podemos decir más que ¡gracias!. Gracias al Señor, porque sigue llamando incansablemente; y gracias a la comunidad del Seminario, por haber querido compartir con nosotros esta tarde tan bella.