De cara al Jubileo. Asamblea 6

Aqui tienes el guión de la asamblea, por si estás en tu casa y no puedes participar en la reunión de ningún grupo. Queremos que te sientas cerca de nosotros, aunque no lo esté físicamente. La misericordia del Señor traspasa paredes y acorta distancias.

Nos disponemos

Aunque el fragmento del evangelio que hoy leemos es del apóstol san Juan, por su temática y desarrollo parece que fuera de san Lucas: no pierde de vista la experiencia fundamental que el tercer evangelista imprime a sus relatos: la de la misericordia de Dios manifestado en Jesús.
Se trata del episodio de la mujer sorprendida en adulterio. Frente a ella y también frente a sus acusadores hoy vemos a Jesús como Señor de la misericordia y del perdón, que penetra en lo más íntimo del corazón del hombre y, que, sin embargo, no hace juicio sobre nadie.
Precisamente en este punto es en el que pretenden poner a prueba a Jesús y ésta será la ocasión para una magnífica enseñanza sobre el dinamismo del perdón: reconocer el pecado, ser perdonado y perdonar a los demás. Y viceversa, así como no está autorizado para juzgar quien tiene motivos para ser juzgado, igualmente sólo quien perdona puede ser perdonado por Dios.
Nos preparamos diciendo juntos esta oración:

Señor, queremos escuchar tu voz.
Que tu Palabra ilumine nuestras vidas,
que el encuentro contigo,
Dios de bondad y misericordia,
nos comprometa en el discipulado y en la misión.
Padre, envíanos el Espíritu Santo
que nos acompañe en nuestras acciones de cada día,
nos ayude a elegir las opciones correctas,
transforme nuestros corazones por tu misericordia
y nos modele a imagen de tu Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Proclamamos la Palabra: Juan 8,1-11

1 Por su parte, Jesús se retiró al monte de los Olivos. 2 Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. 3 Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, 4 le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
6 Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
7 Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
Inclinándose otra vez, siguió 8 escribiendo. 9 Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. 10 Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
11 Ella contestó: «Ninguno, Señor».
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Leemos atentamente: ¿Qué dice el texto?

Tras un momento de silencio releemos atentamente el texto. Las pautas y las preguntas nos pueden ayudar a hacerlo.

Dividimos el texto en partes

Comencemos por determinar cuáles son las partes en las que podríamos dividir el relato. Para ayudar, diremos que son cuatro.

¿Cuáles te parece a ti que podrían ser esas cuatro partes?

Efectivamente, el relato podríamos dividirlo en cuatro partes. En la primera, brevemente,  se presenta a Jesús enseñando en el templo. En la segunda entran en escena los escribas y fariseos planteándole la pregunta. En la tercera parte, Jesús contesta a los acusadores y, en reacción a esta respuesta, los acusadores se retiran. La última parte presenta el diálogo de Jesús con la mujer.

Jesús enseña en el templo

Jesús, que se ha pasado la noche orando, se acerca por la mañana al templo. La gente, maravillada por las enseñanzas y las obras de Jesús, se aproxima y le rodea para escucharlo.
El Señor es presentado como maestro, por eso se dice que se sentó y se puso a enseñarles. Y como a un maestro se dirigen a él los escribas y fariseos, aunque todo sea un a farsa. Quieren plantearle una pregunta legal, para que él como maestro dé su opinión.

¿Qué personajes aparecen en escena? ¿Por qué se acercan a Jesús?

Una excusa para condenar a Jesús

Los maestros de la ley y los fariseos, autoridades religiosas judías, garantes y especialistas de la ley de Moisés, se presentan con una mujer sorprendida en adulterio. No tienen interés por la enseñanza de Jesús, no les llaman la atención sus signos, sino que buscan un motivo para acusarlo (Jn 8,6). Para ello colocan en el centro del grupo a una mujer pecadora.

¿Qué dicen las autoridades judías ante esta situación concreta? ¿Qué dilema le plantean a Jesús?

Los maestros de la ley y los fariseos echan mano de la ley de Moisés. En concreto los dos textos más conocidos de la Ley sobre el tema son el de Éxodo 20,14 («No cometerás adulterio») y el de Lv 20,10 («Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, serán condenados a muerte el adúltero y la adúltera»).

Si leemos atentamente la Ley, nos damos cuenta de que hay algo que no cuadra en la actitud de los escribas y fariseos; ¿qué es lo que no cuadra? ¿Qué razón da Jesús para no intervenir en este momento?

La ley manda condenar a muerte al adúltero y a la adúltera. Si la mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio, también se conoce al adultero; ¿por que no lo traen también a él para condenarlo junto con la mujer?

Jesús ante un dilema difícil

Buscando acusar a Jesús, estos especialistas de la ley le piden que tome una posición ante la adúltera. Buscan una doble condena: la de la mujer, que ya tienen bien fundamentada con el recurso a la Ley y que les sirve de pretexto, y principalmente la de Jesús, a quien tratan de poner ante un callejón sin salida: si absuelve a la mujer, se pone contra la Ley; si la condena, se pone en contra de los principios del perdón y la misericordia por los que se ha guiado hasta ahora. Fijaos en la respuesta de Jesús.

¿Cómo provoca Jesús la huida de los acusadores?

Jesús, como buen maestro, no se precipita para dar el veredicto, se toma un tiempo. Su primera respuesta es el silencio, un silencio que invita a todos a la reflexión.
Por fin Jesús los toma en cuenta y se dirige directamente a sus adversarios citando y adaptando, también como maestro, la Ley (Deuteronomio 17,7).
Luego Jesús se pone a escribir en el suelo. Un gesto cuyo significado nos es desconocido. Algunos comentaristas ven en el gesto una alusión a un texto de Jeremías: «Todos los que te abandonan serán avergonzados, y los que se apartan de ti, en la tierra serán escritos, por haber abandonado el manantial de aguas vivas, el Señor» (17,13).
Sus adversarios querían una respuesta concreta, en uno u otro sentido, para así pillar a Jesús en un traspié. Y Jesús, usando sus mismas armas, les cambia los papeles. Ellos, acusadores y jueces de la adúltera y de Jesús, pasan a ocupar el lugar de esa mujer y se convierten en sus propios acusadores y jueces. Sin juzgarlos, Jesús sale airoso.

¿Cómo actúa Jesús frente a la mujer? ¿Aprueba su pecado?

Jesús discierne y decide mientras escribe en el suelo, pero no juzga a sus oponentes ni dicta sentencia contra la mujer. A los primeros los desenmascara y les pide que sean sus propios jueces con el mismo rigor que han usado contra la mujer. A ésta la libera del círculo cerrado y acusador de sus enemigos. Esto no significa que Jesús acepte su pecado. La respeta, acogiéndola y comprendiéndola, y le da vida, abriendo ante ella un futuro lleno de esperanza y posibilidades.

Meditamos: ¿Qué me dice a mí (a nosotros) el texto?

El Jubileo de la Misericordia se nos presenta como una oportunidad para revisar nuestra vida, nuestros modos de mirar y juzgar a los demás. Sabemos que Dios no se apresura a condenar, que acoge con misericordia a todos. Él está siempre dispuesto a perdonar y olvidar nuestros errores.

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más»: ¿Qué rostro de Dios reflejan las palabras de Jesús? ¿Cómo has experimentado y experimentas en tu vida de fe la liberación y el perdón de un Dios bondadoso y misericordioso? Como los oponentes de Jesús, también nosotros podemos caer en la tentación de usar una doble vara de medir, implacable con los demás e indulgente con nosotros mismos. ¿Reconoces en ti también esta actitud algunas veces? Jesús ofrece vida a esta mujer a la que la ley condena: ¿Qué situaciones y personas de tu entorno también juzgas y condenas? ¿Cómo puedes ofrecerles comprensión, perdón y, así, una nueva oportunidad a las personas que se han equivocado en algo? ¿Qué gestos y palabras de Jesús te ayudan a mantener la esperanza de que el juicio que él hará sobre ti estará lleno de misericordia?

Oramos: ¿Qué le decimos a Dios inspirados por este texto?

Lo mismo que Jesús, que se retira al monte de los Olivos para orar, también nosotros buscamos hoy un encuentro personal con Dios tras haber leído y meditado este evangelio.
Cada uno puede decirle al Señor en voz alta unas palabras, desde lo que le sugiere el evangelio que hemos leído.
Después recitamos juntos el Salmo 122, que expresa la súplica confiada del que sabe que Dios se fija en los humildes y los protege.

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Nos comprometemos: ¿Qué me pide (nos pide) Dios que haga (hagamos)?

El Señor se nos presenta como un Dios que ama profundamente a sus criaturas, pero que también les exige una vida nueva, por esto repite interiormente: «Quiero ser, Señor, por tu misericordia, una persona nueva».
El Padrenuestro nos invita a pedir: «perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Piensa ahora qué debes hacer para que ese perdón llegue a ti y a quienes te rodean: ¿Necesitas en estos día acercarte al sacramento de la Reconciliación? Comprométete a celebrarlo si así es. ¿Tienes rencores o recelos contra alguien?: trabaja para superarlos y sanarlos.

Página de las asambleas cristianasHaz clic para regresar a la página principal de las asambleas cristianas
Compartir:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.