Aqui tienes el guión de la asamblea, por si estás en tu casa y no puedes participar en la reunión de ningún grupo. Queremos que te sientas cerca de nosotros, aunque no lo estés físicamente. La misericordia del Señor traspasa paredes y acorta distancias.
Nos disponemos
Amor, fidelidad, compasión, ternura y, en última instancia, salvación son palabras clave con las que la revelación bíblica describe las relaciones entre Dios y el ser humano. Jesús, el Hijo, encarna en su persona el amor y la fidelidad del Padre, garantizándonos de esta manera la auténtica salvación. Su presencia y su amor por nosotros nos transforma, nos mejora, nos modela a su imagen y semejanza, como le ocurrió a Zaqueo.
Al inicio de este encuentro de oración invocamos al Espíritu Santo para que abra nuestro corazón a la Palabra. Rezamos juntos:
Danos tu Espíritu, Señor,
que prepare nuestra inteligencia,
nos instruya en la verdad
y nos haga dóciles a tu enseñanza.
Danos tu Espíritu, Señor,
que abra nuestro corazón a tu misericordia,
que sane nuestras miserias,
que nos haga fuertes en tu amor.
Amén.
Proclamamos la Palabra: Lucas 19,1-10
1 Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. 2 En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, 3 trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. 4 Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. 5 Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
6 Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
7 Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». 8 Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
9 Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. 10 Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Leemos atentamente: ¿Qué dice el texto?
Tras un momento de silencio releemos atentamente el texto. Las pautas y las preguntas nos pueden ayudar a hacerlo.
Una enseñanza para el «camino»
Con pocas palabras se describe a un personaje que desempeñaba un oficio muy poco popular. Zaqueo es «jefe de publicanos», un oficio mal visto por los judíos. Además de lo que suponía de colaboracionismo con la potencia opresora, se daba por hecho que estos funcionarios se apropiaban indebidamente de parte de los tributos para provecho propio, de ahí que se los considerase pecadores públicos (eso es lo que significa «publicano». Señalemos también que Zaqueo no era un pequeño funcionario, sino un jefe de recaudadores y, además, rico, una palabra que para Lucas está cargada de connotaciones negativas. Este individuo, viene a decir el evangelista, es una pura calamidad.
Pecador público y además rico
Jesús, que se ha pasado la noche orando, se acerca por la mañana al templo. La gente, maravillada por las enseñanzas y las obras de Jesús, se aproxima y le rodea para escucharlo.
El Señor es presentado como maestro, por eso se dice que se sentó y se puso a enseñarles. Y como a un maestro se dirigen a él los escribas y fariseos, aunque todo sea un a farsa. Quieren plantearle una pregunta legal, para que él como maestro dé su opinión.
Un hombre bajo de estatura
Zaqueo «era bajo de estatura», en sentido físico y moral. A base de cometer bajezas, su persona se había visto reducida. Además, la gente le impedía ver a Jesús; estaba señalado como pecador público y tal etiqueta hacía improbable que la gente religiosamente correcta se mezclara con esos individuos. Sin embargo, el empequeñecido Zaqueo está decidido a conocerlo y, para lograrlo, se sube a una higuera.
Jesús sale al encuentro de Zaqueo
Zaqueo «quería conocer a Jesús», pero, evidentemente, es Jesús quien domina la situación y conoce a fondo a Zaqueo. Antes de que el jefe de publicanos pudiera verlo, Jesús lo llama por su nombre y le hace una propuesta increíble: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Notemos que este gesto gratuito antecede a toda muestra de arrepentimiento por parte de Zaqueo, porque la única motivación de Jesús es el proyecto amoroso de Dios. Así se deduce de la expresión «es necesario», con la que numerosos pasajes del Nuevos Testamento dan a entender que la vida de Jesucristo en general y sus comportamientos concretos no son fruto de la casualidad o la improvisación, sino que responden a un proyecto trazado por el Padre y seguido fielmente por el Hijo. Ese «es necesario» hemos de entenderlo en el sentido de «eso es lo que Dios quiere». Además, Jesús le hace sentir a Zaqueo que necesita de él.
Actitudes enfrentadas
La gente murmura, no sabe descubrir la misericordia de Dios que se hace presente en Jesús, y la fama de éste, una vez más, queda en entredicho, porque la comunión de mesa implicaba también comunión de vida. Por su parte, Zaqueo, ante tal honor inmerecido, reacciona con prisa y con alegría. Su alegría es síntoma de que el proyecto salvador de Dios ya está llamando a las puertas de su vida. Y aquel «caso perdido» se convierte. Parece que el pecador empedernido ha estado más abierto a Dios que los que se tienen por religiosos y cumplidores.
Conocer a Dios y recobrar la dignidad
Zaqueo entra en la sorprendente lógica del Reino. Recobrando su verdadera estatura, su dignidad, se puso en pie y manifestó decididamente su decisión de cambio. A partir de ahora conoce verdaderamente al Señor y toma conciencia de que está muy por encima del dinero, que había sido su dios. Ahora es heredero de las promesas hechas por Dios a Abrahán. La salvación, realizada «hoy» en su casa y en su persona, ha sido posible gracias a la misericordia de Dios, no a los méritos que él haya podido acumular. Y es que «el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Por eso la verdadera búsqueda no era la de Zaqueo, sino la de Jesús. Dios no paró hasta dar con él, y sólo así pudo llegar a la conversión.
Meditamos: ¿Qué me dice a mí (a nosotros) el texto?
Todos llevamos un Zaqueo en nuestro interior. Somos esa persona que Dios busca sin descanso. Hoy, Jesús nos sale al encuentro, nos llama por nuestro nombre y expresa su deseo de alojarse en nuestra casa para llenarla de salvación.
Oramos: ¿Qué le decimos a Dios inspirados por este texto?
Porque es Jesús quien realmente nos busca y se hace el encontradizo con nosotros, debemos estarle profundamente agradecidos, pero también pedirle que no se canse de buscarnos y que no pare hasta dar con nosotros.
Cada uno puede decir la frase del Evangelio que más le ha gustado o que le ha hecho especialmente mella.
Después cantamos juntos o recitamos el canto.
Andando por el camino hoy te encontramos, Señor;
te hiciste el encontradizo, nos diste conversación;
tenían tus palabras fuerza de vida y amor,
ponían esperanza y fuego y en corazón.
/TE CONOCIMOS, SEÑOR, AL PARTIR EL PAN;
TU NOS CONOCES, SEÑOR, AL PARTIR EL PAN./
Llegando a la encrucijada tú proseguías, Señor;
te dimos nuestra posada, techo, comida y calor;
sentados como amigos a compartir el cenar,
allí te conocimos al repartirnos el pan.
Andando por los caminos, te encontraremos, Señor,
en todos los peregrinos que necesitan amor;
esclavos y oprimidos que buscan la libertad,
hambrientos, desvalidos a quienes damos al pan.
Nos comprometemos: ¿Qué me pide (nos pide) Dios que haga (hagamos)?
Tenemos que pensar un compromiso para esta semana al hilo del Evangelio que hemos compartido y meditado. Jesús sale al encuentro de Zaqueo; podríamos pensar nosotros quien necesita que le salgamos al encuentro. O también podemos pensar qué cambios espera Dios en nuestra vida después que su Hijo ha salido a nuestro encuentro.
JEsus sale siempre a nuestro encuentro.
Nosotros tenemos que saber responderle y entregarnos a su busqueda.
Dios en su infinita misericordia nos hace ver Que podemos y debemos entregarnos a nuestros hermanos ,ser justos ,honestos y tener caridad humana