Emaús. Domingo XVI del Tiempo Ordinario (C)

Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.

Escucha la Palabra

Primera lectura (Génesis 18,1-10a)

Abraham acoge a los tres viajeros (¡a Dios mismo!) y las dos mujeres del evangelio acogen a Jesús: las lecturas de hoy nos transmiten una consigna bien sencilla, muy cotidiana, pero de valor exquisito para la vida humana y creyente: ¿tenemos espíritu acogedor y hospitalario?

EN aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron: «Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron: «Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó: «Aquí, en la tienda».
Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo»

Salmo responsorial (Salmo 14)

SEÑOR, ¿QUIÉN PUEDE HOSPEDARSE EN TU TIENDA?

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

Segunda lectura (Colosenses 1,24-28)

Pablo insiste hoy en uno de sus temas preferidos: que Cristo es salvador también para los paganos. Y que todos tienen que unirse a Cristo y madurar en él.

HERMANOS:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.

Evangelio (Lucas 10,38-42)

El domingo pasado nos transmitía Lucas la enseñanza sobre la caridad fraterna, con la parábola del buen samaritano. Hoy, la de la hospitalidad, personificada por las hermanas Marta y María en el evangelio y preparada por Abraham, que recibe a Dios en la primera lectura. La hospitalidad unida a la escucha de la Palabra, de la que da ejemplo una de las dos hermanas, María.

EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:  «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Vive la Palabra

Hospitalidad, oración y trabajo

El pasaje de hoy describe un problema familiar. Habla de dos hermanas que no se ponen de acuerdo sobre a quién le tocaba hacer el quehacer de la casa. Una de ellas, Marta, le pidió a Jesús que fuera el árbitro.
La actitud de María escuchando las enseñanzas de Jesús es una actitud revolucionaria, pues significa que es su discípula, algo que no era común entre los rabinos de aquel tiempo. Por otra parte, el texto presenta a Marta como una mujer ejemplar, pues atiende a un huésped con esmero.
En la narración, ambas son importantes porque son amigas de Jesús y cada una, a su modo, hace la voluntad de Dios. Las dos tienen una familiaridad muy hermosa con Jesús. La escena nos muestra a Jesús compartiendo la vida con sus amigas, y en esa convivencia el Señor ensalza a quien hace las dos cosas: escucha la Palabra y la pone en práctica.
Jesús aprovecha la ocasión para explicar la importancia de la Palabra de Dios, como guía en la vida, sin excluir la responsabilidad de ser un buen anfitrión y sobre todo el deber de vivir en armonía en la familia. Él les dijo que todo eso es posible si sabemos poner en orden nuestras prioridades.
Muchas personas interpretan el pasaje de Jesús con Marta y María para decir que la oración es más importante que la acción. Pero ni la vida ni las enseñanzas de Jesús dicen eso. Jesús oró para identificarse con el Padre y para prepararse para hacer su voluntad; y la mayor parte de los textos evangélicos presenta a Jesús actuando.
La oración y el servicio son complementarios en la espiritualidad y en vida cristiana. ¿Cómo extenderían los cristianos el reino de Dios en la tierra si se pasaran todo el tiempo sentados a los pies del Señor? ¿Qué pasaría si los cristianos nunca se alimentaran de la Palabra de Dios e intentaran construir el Reino a su propio estilo y sólo con sus fuerzas?

¿Es nuestra comunidad parroquial acogedora y hospitalaria? ¿En que signos se muestra eso? ¿Eres hombre o mujer de acción y de oración, las dos cosas a un tiempo? Recuerda que una oración que no te lleve a hacer algo por los demás, es una oración falsa; recuerda también que para hacer mucho y hacerlo como Dios quiere hace falta una mística que sólo puede venir de la oración, del diálogo continuo con el Señor.

Ora con la comunidad

Dios Padre nuestro,
que en Jesús nos has mostrado el verdadero camino;
ayúdanos a encontrar como él
la síntesis armoniosa entre la oración y la acción,
entre contemplarte y obedecerte,
entre el amarte a ti y el servir a los hermanos.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

Compartir:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.