Asambleas cristianas en Adviento (3)

Aqui tienes el guión de la asamblea, por si estás en tu casa y no puedes participar en la reunión de ningún grupo. Queremos que te sientas cerca de nosotros, aunque no lo estés físicamente. La misericordia del Señor traspasa paredes y acorta distancias.

La asamblea de esta semana es distinta. En ella vamos a hacer nuestra aportación a la reflexión que se está haciendo en toda la diócesis al hilo del Plan Pastoral diocesano 2016-2017. Trabajamos y reflexionamos sobre el segundo documento de trabajo.

Escuchamos

La palabra de Jesús

Evangelio según san Mateo 26,14-20

«El Reino es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.»

La palabra del Papa

Exhortación apostólica Evangelii Gaudium 25-26

No ignoro que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados. No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una «simple administración». Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un «estado permanente de misión».

Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se dirige sólo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera. Recordemos este memorable texto que no ha perdido su fuerza interpelante: «La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio […] De esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia —tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef 5,27)— y el rostro real que hoy la Iglesia presenta […] Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí».

El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: «Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación […] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad».

Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.

La palabra del Obispo

Carta Pastoral En camino hacia el sueño misionero de llegar a todos

También nuestro Plan pastoral nos invita a mirar hacia nuestra realidad eclesial con ojos y corazón de «conversión pastoral y misionera» (EG 25). Iluminados por el Espíritu miremos hacia nuestras personas, pero también hacia nuestras prácticas y estructuras, hacia nuestras formas de presencia y nuestro lenguaje, hacia nuestros límites y potencialidades. Sólo así podremos abrirnos a caminos nuevos.

A lo largo de este año pastoral miraremos hacia lo que somos y hacemos buscando entre todos lo que quiere el Señor de nosotros, siempre con ilusión, que es el impulso necesario para la esperanza. Lo haremos también con un ejercicio de verdad y sinceridad como «comunidad de discípulos que quieren encontrar un horizonte para la misión» (cf. EG 21.24). Y no nos olvidemos de que es el Espíritu el que nos empuje a la audacia y la osadía sin las que hoy no es posible situarse coherentemente en la misión de la Iglesia. Seamos dóciles a su luz.

Reflexionamos

Podemos emplear un rato para comentar el texto evangélico y las palabras del Papa y del Obispo que hemos leído. Esta reflexión nos preparará para el diálogo posterior sobre el cuestionario.

Nos preguntamos

Este cuestionario está inspirado en:
Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo, páginas 17-36.
Plan Pastoral Diocesano En camino hacia el sueño misionero de llegar a todos, páginas 19-26.
Carta Pastoral En camino hacia el sueño misionero de llegar a todos, páginas 21-29.

1El Papa y el Obispo nos invitan a procurar los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están.

¿Hay en nosotros un verdadero deseo de conversión espiritual, pastoral y misionera? ¿Qué dificultades tenemos, a nivel personal y a nivel grupal, para entrar por este camino? 2«La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero» (EG 28).

¿Son nuestras parroquias «comunidades de comunidades»? ¿Qué hábitos, actitudes, estructuras, servicios pastorales… tendríamos que cambiar para que lo sean más y para procurar en ellas una verdadera transformación misionera? ¿Cuáles son nuestras carencias? 3A pesar de nuestras carencias, no partimos de cero en nuestra diócesis. Hay mucha entrega y mucha vitalidad en los laicos que entregan generosamente su tiempo y sus energías en las tareas de la iglesia; y en los religiosos y religiosas que hacen florecer su carisma entre nosotros; y en los sacerdotes y diáconos que gastan la vida en el ejercicio de su ministerio.

¿Qué valores encuentras en nuestra diócesis y tu comunidad o grupo que te hacen mirar al futuro con esperanza? ¿Qué cosas estamos haciendo bien y tendríamos que potenciar y privilegiar? 4La primera palabra, la iniciativa auténtica, la actividad verdadera viene de Dios y sólo si entramos en esta iniciativa divina, sólo si imploramos esta iniciativa divina, podremos también nosotros llegar a ser —con él y en él— evangelizadores (Benedicto XVI).

¿Estamos fomentando en nuestras parroquias y en nuestro grupos o movimientos la relación con el Señor y la escucha de su Palabra, que le den hondura y mística a nuestro quehacer pastoral? ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué nos falta por hacer? 5El futuro de la iglesia es la misión. El futuro es vivir siempre la vocación a la que está llamada: la evangelización. Y, por eso, el presente de la iglesia es también la misión.

¿Son evangelizadores nuestras parroquias, grupos y movimientos? ¿Qué papel y que primacía tiene en nuestras programaciones y en la ocupación de nuestro tiempo y en nuestro batallar cotidiano el anuncio del evangelio? ¿Tenemos tantas tareas que nos impiden de alguna manera ocuparnos de la tarea fundamental?

Oramos juntos

Acabamos el encuentro dirigiéndonos juntos a Dios.
Pedimos al Padre bendiga nuestra reflexión y la haga fecunda

Al terminar esta reunión, Padre,
nuestros corazones se levantan hacia ti en busca de tu mirada.
Escúchanos, Señor.
Da respuesta a nuestras preguntas,
y ayúdanos en nuestras inquietudes,
tú que eres nuestro Dios
en quien nosotros confiamos.
Al acabar este encuentro,
ponemos en tus manos nuestros miedos e ilusiones.
En tus ojos, ponemos la pureza y sinceridad de nuestra búsqueda.
Guíanos, Señor, tú que eres bueno,
y que tu Espíritu Santo nos ayude en cada paso.
Que nuestra boca sea siempre
la expresión de nuestro interior;
que nuestras palabras arranquen de lo profundo,
y sean verdaderas.
Señor, danos un corazón limpio para que podamos ver.
A ti te abrimos la reflexión y juicios de esta reunión: acompáñanos.
A ti te ofrecemos las grandezas y las pequeñeces de nuestra iglesia local: acógelas.
A ti, que eres el Dios de la vida, te pedimos fuerza: anímanos.
Que nuestros corazones se alegren y regocijen hoy
porque todo lo esperamos de ti
y porque nos fiamos de tu misericordia insondable
y de la fuerza maravillosa y siempre sorprendente de tu Espíritu.
Bendice, Padre, nuestra reflexión
y guíala siempre por el camino justo,
para que nos impulse a actuar de tal manera
que el Evangelio de tu Hijo
sea conocido por todos.
Amén.

Celebramos y compartimos

Madre, en la puerta hay un niño
más hermoso que el sol bello.
Parece que tiene frío,
porque viene medio en cueros.
Pues dile que entre, se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad,
porque en esta tierra,
ya no hay caridad.

Entró el Niño y se sentó.
Mientras que se calentaba,
le preguntó la patrona
¿de qué tierra y de qué patria?
Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también.
Yo bajé a la tierra para padecer.
Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también.
Yo bajé a la tierra para padecer

Hazle la cama a este Niño,
en la alcoba y con primor.
No me la haga usted, señora,
que mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo desde que nací,
y hasta que me muera ha de ser así.
Mi cama es el suelo desde que nací,
y hasta que me muera ha de ser así.

 

Haz clic en la imagen para descargarte el documento de la asamblea de esta semana. Entrégalo después en la parroquia con tus aportaciones o con las aportaciones del grupo. Gracias.

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