Emaús era una aldea cercana a Jerusalén en la que dos discípulos tuvieron la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado al meditar las Escrituras y al partir el Pan (Lucas 24,13-35). Es la misma experiencia que nosotros queremos tener en cada una de nuestras reuniones dominicales. Emaús es una hoja impresa que usamos en las celebraciones dominicales y festivas en nuestras tres parroquias. Aquí la tienes también accesible para ti, si no puedes, por algún motivo, acudir a la iglesia.

Escucha la Palabra
Primera lectura (Isaías 8,23b-9,3)
Galilea no fue nunca una región brillante: «¿De Galilea puede venir el Cristo? Estudia y verás que de Galilea no sale ningún profeta?» (Jn 7,41.52). Pues estudiando las Escrituras se podía esperar que de Galilea saliera una gran luz, que la Galilea humillada y entristecida recibiría liberación y alegría. Sería gracias a un niño que se llamaría «Príncipe de la paz». Traería la luz y la justicia.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Salmo responsorial (Salmo 26)
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
Segunda lectura (1Corintios 1,10-13.17)
Desde el principio hubo divisiones en la iglesia. Es una contradicción en el ser cristiano y un escándalo. Pablo se siente profundamente herido por esta situación. Es como dividir a Cristo, que es fuente de unidad. Los personalismos y capillismos son ridículos y anulan la fuerza del Espíritu. ¡Qué pena que sigamos escandalizando al mundo con nuestras divisiones. Durante estos días, los cristianos estamos rezando especialmente por la unidad de las iglesias.
Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo».
¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Evangelio (Mateo 4,12-23)
Mateo, buen conocedor del Antiguo Testamento, aplica los anuncios de Isaías sobre Galilea al principio de la predicación de Jesús. Un galileo empezó a recorrer las aldeas y ciudades de su tierra, y se vio un luz grande, y se desbordó la alegría por sus palabras y sus signos. Juan, encarcelado, deja paso a Jesús que empieza a reunir a los discípulos.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Vive la Palabra
Venid y seguidme
Eran muchos los que seguían a Jesús, de manera más o menos interesada. Se sentían atraídos por la fuerza de su personalidad y, por otra parte, buscaban sus bendiciones y curaciones. El entusiasmo llegó a tal punto que no le dejaban tiempo ni para comer y se le echaban encima; «la ciudad entera estaba agolpada a la puerta» (Mc 1,33; 3,10.20) Jesús tuvo que poner distancias y sacar tiempo, al menos para rezar (ver Mc 1,35.38).
Jesús deseaba otro tipo de seguimiento, marcado por la fe y la radicalidad, no para pedir cosas, sino para darlas todas. Por eso inicia un proceso de captación de discípulos. Y los discípulos son necesarios por tres razones.Primero, para asegurar la permanencia del movimiento iniciado. Jesús mira al futuro con esperanza. Él puede desaparecer, pero seguirá viviendo en sus discípulos. Su mensaje y su espíritu no pasarán.
Segundo, para llegar a donde él no pueda, porque la mies es mucha, porque tiene muchas ovejas que no están dentro del redil. De ahí que convierta a sus discípulos en misioneros y enviados. «Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14).
Tercero, para eso, para que estuvieran con él, para que formaran una comunidad, para que se fueran compenetrando y poniendo todo en común, para hacer familia, para iniciar iglesia. Jesús podía haber actuado de manera más individualista, pero él quiere vivir en comunidad y hacer comunidad. Las personas desaparecen, las comunidades permanecen. Los Doce serán el núcleo de su comunidad o su Iglesia. El número recuerda a las tribus de Israel. Pero estará abierto a todos. «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21). Su verdadera familia es la de la fe.
La llamada se reitera día a día, y la respuesta se va dando día a día. Vale para ellos y vale para toda vocación. Quizá al principio no sepamos bien adónde nos lleva. Pero si la vocación es verdadera, damos un sí, y ya no podemos volvernos atrás. El sí que damos es más a alguien que a algo. Seguimos a una persona, no a un programa, como Pedro, Andrés, Santiago y Juan.
Fueron y somos llamados para pescar hombres. Viene a ser lo contrario de pescar peces. A éstos se les pesca para quitarles libertad y vida. A los hombres se les pesca para darles libertad y vida. Hay muchos hombres que viven inmersos en un mar de aguas saladas y corrompidas, cada vez más sedientos, cada vez más esclavizados.
Tú también has escuchado su llamada. Déjalo todo y vete tras él.

Ora con la comunidad
Dios todopoderoso y eterno,
ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad,
para que podamos dar en abundancia
frutos de buenas obras
en nombre de tu Hijo predilecto.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.