Lunes Santo

Aquí tienes la reflexión y el Evangelio de estos últimos días de la cuaresma. Nos desfallezcas en el camino. Contempla y admírate del amor inmenso de nuestro Dios.

Llegamos al final de la cuaresma

Que no se nos suban los humos a la cabeza: después de un domingo de fiesta, todavía estamos en cuaresma. El último día del tiempo de cuaresma es el Jueves Santo. Para captar el sentido de estos tres días —lunes, martes y miércoles— podemos acudir a las lecturas que se proponen para la celebración de la eucaristía.

Los cánticos del Siervo del Señor

Las tres primeras lecturas están tomadas del libro de Isaías. En su libro, Isaías hace alusión a un personaje misterioso a quien llama «Siervo del Señor». La Escritura llama «siervo» a todo individuo escogido por Dios para colaborar en la historia de la salvación del mundo. Abraham, Moisés, David, Job… son llamados siervos. Incluso algunos personajes extranjeros, como Ciro y Nabucodonosor reciben este título. Pero, ¿a quién se refiere el profeta cuando habla del «Siervo del Señor»? Es posible que Isaías se refiera al mismo tiempo a una personalidad colectiva (el pueblo de Israel) y a un Mesías (salvador enviado por Dios) individual. Lo que sí es claro es que estas profecías, desbordando los límites estrechos del espacio y el tiempo, señalan misteriosamente a Jesús, verdadero «Siervo del Señor», predilecto del Padre y salvador de los hombres al precio de su propia vida y glorificado por Dios. Los evangelistas y la tradición cristiana así lo entendieron. Efectivamente, los fragmentos que componen los llamados cuatro cánticos del Siervo del Señor (Is 42,1-9; 49,1-9; 50,4-9; 52,13-53,12) ofrecen una vigorosa descripción del Siervo: sus rasgos coinciden sorprendentemente con los del Mesías. Dios lo elige. Dios lo llama. Dios lo unge con el Espíritu que lo convierte en siervo predilecto y en hombre de la Palabra. El Siervo obedece a Dios y se hace solidario con sus hermanos. El Siervo se opone a la decisión de no servir y acepta la misión de reunir a todos los hombres y de ser un humilde artesano de la salvación, para que por él Dios renueve la alianza con su pueblo. Realiza su misión sin apoyarse en la propaganda humana ni en la violencia. Obra según el Espíritu: con suavidad ante el débil y con firmeza ante el sufrimiento. Porque es el Cordero de Dios, carga con el pecado del mundo, acepta el sufrimiento injusto. Y lo acepta en silencio. Sin defenderse. Sin reclamar el castigo de los enemigos. Sin cobardía ni resignación pasiva. Sin que su silencio pueda interpretarse como confesión tácita de su culpabilidad. Al contrario, su silencio es un silencio elocuente, que habla de su inocencia. Con todo, estos cantos fueron escritos más de 500 años antes de que Jesús naciera. Sorprendente, ¿verdad?

Pues bien, los tres primeros cantos del Siervo son proclamados como primera lectura el Lunes (primer canto: el Siervo, elegido por Dios, lleno de su Espíritu, es enviado a proclamar a ley de Dios, pero lo hace con suavidad y delicadeza), Martes (la misión del Siervo, ya desde el seno materno, es hablar en nombre de Dios, reunir a los dispersos, iluminar a todos los pueblos) y Miércoles (la misión encomendada por Dios al Siervo le exige la negación de sí mismo) Santos. El canto cuarto se proclama como primera lectura el Viernes Santo en la Celebración de la Pasión del Señor.

Los salmos responsoriales

En cuanto a los salmos responsoriales de estos días, están los tres en consonancia: salmo 26 (Lunes), un canto de confianza y seguridad en Dios, aún en medio de los momentos difíciles: el Señor es mi luz y mi salvación; salmo 70 (Martes), la oración de un anciano abandonado que no pierde la esperanza en Dios; salmo 68 (Miércoles), el grito angustiado de un justo perseguido.

Los evangelios

Por su parte, los evangelios nos presentan a un Jesús cercano a sus amigos, en intimidad con ellos en los últimos días antes de su muerte.

Seis días antes de la Pascua, Jesús llega a Betania para hacer una última visita a los amigos y allí se anticipa la crisis. María unge a Jesús con perfume. Jesús es consciente de lo que está ocurriendo y a Judas, que protesta por el despilfarro, le dice: «Déjala, pues lo tenía reservado para preparar mi sepultura». Es la hora de la preparación de Jesús para la muerte, pero es también el tiempo de la esperanza, porque el que ahora es embalsamado con perfume, será después ungido por el Espíritu, al resucitar de entre los muertos (Jn 12,1-11; Lunes Santo).

Jesús se ha reunido para celebrar la Pascua con sus discípulos y Judas que está presente, aunque ha traicionado a su Señor, guarda silencio; Jesús, con pesar, descubre al traidor y, después de ofrecerle su pan, le dice: «Judas, lo que tienes que hacer, hazlo pronto». Judas sale para entregar a su Maestro. Jesús dice a Pedro que también él lo negará. El desenlace está próximo y Jesús lo sabe: si le van a arrebatar la vida es porque él está en la disposición de entregarla libremente (Jn 13,21-33.36-38; Martes Santo).

Casi un paralelo del texto del Martes. Judas hace el trato con los sumos sacerdotes, vendiendo al Señor como un esclavo. Después en la cena es descubierto por Jesús ante los discípulos (Mt 26,14-25; Miércoles Santo).

Aprovecha los últimos días de la cuaresma

Estos tres días son, aprovechando las pautas que nos marcan los textos bíblicos, días para revisar nuestro camino cuaresmal y al mismo tiempo días para la preparación (también Jesús se está preparando) para vivir el misterio pascual. Son también días propicios para la celebración del sacramento de la reconciliación, que durante algunos siglos en la historia de la iglesia tuvo lugar el jueves por la mañana, para que todos los fieles pudieran participar plenamente de la eucaristía de la Pascua.

La Palabra

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamara, no voceará por las calle.
La caña cascada no la quebrará., el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.
Así dice el Señor Dios, que creo y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que lo habita y el aliento a los que se mueven en ella.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.
(Isaías 42,1-7)

El Señor es li ley y mi salvación,
¿a quien temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
Quién Me hará temblar?
Si un ejercito acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los dias de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca.
(Salmo 26)

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando).
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis.
Una muchedumbre de Judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
(Juan 12, 1-11)

Revisión

02b

Aquí tienes tu examen de hoy. Se supone que habrás leído y reflexionado un ratito al menos sobre el primer canto del Siervo del Señor en el libro de Isaías. Completa el crucigrama, ayudándote de las definiciones escritas la pizarra.

Despliega este acordeón para ver la solución

 

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2 comentarios en «Lunes Santo»

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